El seguro de crédito funciona con base en las operaciones de compraventa en firme y a crédito de bienes y/o servicios entre empresas, con las condiciones fijadas en sus respectivos contratos de compraventa y las coberturas establecidas en la póliza de seguro de crédito, que cubren el riesgo comercial a corto y mediano plazo.
Una vez contratada la póliza, la empresa deberá enviar a la aseguradora la cartera de clientes para su estudio y clasificación.
Cada vez que surja un nuevo cliente al que se le otorgue crédito, la empresa deberá someterlo al análisis de la aseguradora, tanto en el mercado doméstico como en el de exportación.
La aseguradora hará un monitoreo constante de todos los clientes y los límites de crédito atribuidos a cada uno de ellos podrán sufrir variaciones de acuerdo con la evolución de su riesgo.
Posteriormente, y en general de forma mensual, la empresa deberá informar a la aseguradora las ventas a crédito efectuadas durante el mes anterior. Este proceso puede cambiar en función de las estrategias de cada compañía aseguradora.
La aseguradora calculará internamente la prima de seguro en función de las ventas declaradas.
La empresa también deberá comunicar a la aseguradora los créditos impagos y las agravaciones de riesgo existentes.
En el caso de que las gestiones de cobro directas de la empresa no hayan tenido éxito, esta deberá declarar que el incumplimiento en el pago ha originado un siniestro y tendrá que informar los créditos impagos a la aseguradora de acuerdo con los plazos establecidos en la póliza.
Normalmente, al inicio de la vigencia de la póliza, la aseguradora calcula una prima provisional en función de un monto estimado de ventas y, al mismo tiempo, una prima mínima.
Al final del año, y según las ventas a crédito efectivamente realizadas y cubiertas, la aseguradora procede al cálculo del reajuste de prima. Este podrá ser a favor de cualquiera de las partes, pero no afectará la prima mínima.
Fuente:CONDUSEF, Diplomado en Seguros, Módulo 3, p. 47.
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