Perdedores anónimos. La necesidad irrefrenable de hacer trading

 

Los buenos traders tratan las rachas de pérdidas del mismo modo que los bebedores en sociedad tratan el alcohol. Toman un poco y paran. Si tienen una serie de pérdidas lo toman como una señal de que algo va mal. Llegó el momento de parar y repensar sus análisis o sus métodos. Los perdedores no pueden parar: continúan haciendo trading porque son adictos a la excitación que produce el juego y mantienen su esperanza de alcanzar una gran ganancia.

Un importante consejero de bolsa escribió que el placer del trading era superior al sexo o al de pilotear un jet. Del mismo modo que un alcohólico pasa desde la bebida en sociedad hasta la borrachera habitual, los perdedores asumen más y más riesgos. Cruzan la línea divisoria entre hacer un negocio arriesgado y jugar. Muchos perdedores ni siquiera conocen la existencia de esa línea. 

Los perdedores experimentan el ansia por jugar, igual que los alcohólicos sienten el ansia por beber. Toman posiciones impulsivas, hacen excesos de trading e intentan salir del agujero lanzándose a nuevas operaciones de trading. 

Los perdedores inveterados sangran sus cuentas de trading. La mayor parte se arruina, pero algunos consiguen gestionar el dinero de otros tras haber perdido la totalidad del suyo; otros, vender sus servicios de asesoramiento en bolsa, como esos despojos de borrachos que lavan los platos en los bares. 

La mayoría de los perdedores inveterados se esconden las pérdidas a sí mismos y a los demás. Pasan el tiempo transfiriendo dinero de unas cuentas a otras, mantienen una contabilidad aproximada y se desembarazan de los avisos de operación que les envían sus agentes. Un perdedor inveterado es como un alcohólico que no quiere saber cuántos centilitros de alcohol ha ingerido.

Fuente:
Alexander Elder, “Vivir del Trading”; Ed. Alor Editions; Barcelona, España; p. 47.

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